Pueden verse hasta el 22 de agosto, aproximadamente pero el mejor momento para observarlas es la madrugada del sábado 12 al domingo 13 de agosto
Redacción/ Periodismo Sin Reserva
Este es un año excelente para observar las Perseidas pues, durante el máximo, la Luna estará en fase de luna nueva y no será un impedimento. El mejor momento para observarlas es la madrugada del sábado 12 al domingo 13 de agosto, pero desde finales de julio se han podido ver alguna. Tan sólo necesitamos un lugar protegido de luz artificial, un cielo despejado de nubes y un poco de paciencia.
CÓMO OBSERVAR LAS PERSEIDAS
Este mes de agosto resultará muy favorable para la observación de las Perseidas pues su máximo sucede muy próximo al novilunio (que tendrá lugar el día 16). Por eso, contrariamente a lo que sucedió el año pasado, esta vez la luz de la Luna no será un impedimento para ver las estrellas fugaces.
El número de Perseidas observables por hora es muy variable. En un sitio bien oscuro y con el radiante alto sobre el horizonte puede superar el centenar. Sin embargo, el número de meteoros observados por hora puede variar muy rápidamente según varía la densidad de fragmentos rocosos en la zona del espacio atravesada por la Tierra, por ello las predicciones concretas sobre número específico de meteoros dependiendo del día y la hora son difíciles de realizar y suelen estar afectadas de una incertidumbre alta.
CUÁNDO ES EL MEJOR MOMENTO PARA VER LA LLUVIA DE ESTRELLAS
La actividad más alta de las Perseidas (medida en número de meteoros por hora) se alcanzará en la madrugada del sábado 12 al domingo 13 de agosto. Las mejores horas para ver más meteoros y más brillantes son desde el anochecer hasta las 3h o las 4h de la madrugada. Es cuando el filo de la Luna menguante aún no se ha levantado y cuando la constelación de Perseo se encuentra ya alta sobre el horizonte.
Aunque el radiante de esta lluvia de estrellas se encuentre en la constelación de Perseo, no se necesita conocer las constelaciones, ni es imprescindible mirar hacia Perseo, para ver las Perseidas. Las estrellas fugaces pueden aparecen por cualquier lugar de la bóveda celeste, aunque todas parecen proceder de ese punto denominado radiante.
Se han podido ver Perseidas desde el 23 de julio y hasta el 22 de agosto, aproximadamente, pero hay que tener en cuenta que el plenilunio tuvo lugar el 1 de agosto, por eso los últimos días de julio y los primeros de agosto no fueron especialmente favorables para su observación. Pero, según han avanzado los días, la actividad de las Perseidas ha ido creciendo. Hasta el día 22, se darán las mejores condiciones para observar un mayor número de meteoros.
DESDE DÓNDE
El número de meteoros observables por hora mirando hacia el zenit podrá superar el centenar, en condiciones óptimas, esto es, observando en las noches de la máxima actividad, con la constelación de Perseo bien alta sobre el horizonte, sin luna, sin nubes y sin contaminación lumínica. En otras condiciones no tan ideales, la ubicación del observador es lo que determina, en gran medida, el número de meteoros observados: siempre es preferible vigilar la zona más despejada de nubes y la más libre de polución lumínica.
El caso es que, cada día que pasa, es más y más difícil encontrar sitios bien oscuros y casi todos los observadores peninsulares estaremos situados en zonas con contaminación lumínica apreciable. Conviene pues alejarse lo más posible de las ciudades pues sus luminarias contaminan el cielo hasta cientos de kilómetros de distancia. Por ello, desde un lugar razonablemente oscuro en la Península, no debemos esperar ver más de un par de docenas de meteoros por hora.
QUÉ SON LAS ESTRELLAS FUGACES
Ante todo: las estrellas fugaces no son estrellas. Son partículas o pequeños fragmentos perdidos por los cometas. En efecto, según los cometas describen sus órbitas alrededor del Sol, van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros (materiales rocosos) que permanece en una órbita muy similar a la del cometa progenitor
Cada cometa periódico, a lo largo de sus repetidas vueltas en torno al Sol, va formando así un anillo en el que se encuentran innumerables fragmentos. Cuando la Tierra, en su movimiento orbital, encuentra uno de estos anillos, algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través la atmósfera formando una lluvia de meteoros. La fricción con los gases atmosféricos calcina y vaporiza los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo formando lo que popularmente denominamos estrellas fugaces.
La altura a la que un meteoro se hace brillante depende de la velocidad de penetración en la atmósfera, pero suele estar en torno a los 100 kilómetros. Sin embargo, el alto brillo y la gran velocidad transversal de algunos meteoros ocasionan un efecto espectacular, causando la ilusión en el observador de que están muy próximos. Los meteoroides de masa menor al kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los mayores y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.
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Esta lluvia de estrellas de las Perseidas se crea cuando, como cada año por estas fechas, la Tierra, en su camino de traslación alrededor del Sol, atraviesa una zona poblada por los fragmentos rocosos que arroja el cometa periódico 109P/Swift-Tuttle al visitar esta región cada 133 años.
Las Perseidas fueron particularmente activas en 1992, año en que pasó cerca del Sol el cometa Swift-Tuttle. La próxima aproximación del cometa al Sol (perihelio) será en el año 2126.
Las Perseidas son visibles desde todo el hemisferio norte en pleno verano. Las velocidades de estos meteoros pueden superar los 50 kilómetros por segundo (180.000 kilómetros por hora). Su alta actividad, junto con las condiciones atmosféricas favorables para la observación durante el verano boreal, hace de las Perseidas la lluvia de meteoros más fácilmente observable y la más popular.
Por orden de importancia de su actividad, en término medio, las Perseidas constituyen la tercera lluvia de meteoros de las que suceden en el año. Tanto las Cuadrántidas (visibles en enero) como las Gemínidas (en diciembre) suelen generar más meteoros por hora. Aunque muestran un comportamiento más irregular, las Leónidas (a mediados de noviembre) suelen resultar tan espectaculares como las Perseidas.
Debido a la proximidad del máximo de esta lluvia de meteoros al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español que fue quemado en una parrilla en Roma en el año 258, las Perseidas también reciben el nombre de ‘Lágrimas de San Lorenzo’.