Cancún.- En el paradisíaco Cancún, famoso por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, existe un contraste oculto que difiere mucho de la lujosa zona hotelera. En la región 93, alejada de los destinos turísticos, se ocultan problemáticas de inseguridad que preocupan profundamente a sus habitantes.
En un callejón específico, en la Av. López Portillo entre las calles 97 y 91 norte, los transportistas de pipas de agua potable encuentran su lugar de abastecimiento. Sin embargo, esta actividad comercial donde además los piperos se encargan de hacer un gran negocio con el tema del agua, ha desencadenado una serie de conflictos que han convertido a esta calle en un foco peligroso para la comunidad.
Desde tempranas horas del día, los camiones pipas llegan para ser llenados, pero más que ser una fuente de suministro adicional, representan un peligro latente para la sociedad. Los habitantes denuncian que los conductores insultan y acosan a quienes transitan por el lugar. La sensación de inseguridad se ha arraigado entre los vecinos, quienes se ven constantemente agredidos por estas acciones. La “calle de las pipas” se ha transformado en un escenario de violencia y degradación, donde la venta de drogas, las agresiones físicas y la contaminación del espacio público son moneda corriente.
Ante esta situación, representantes del comité vecinal del fraccionamiento San Antonio, ha alzado su voz en demanda de una solución urgente. A través de una petición dirigida a las autoridades locales, denuncia la contaminación, el acoso y la violencia que imperan en la zona. Los residentes piden por su derecho a vivir en un entorno seguro y limpio, exigiendo ser escuchados y atendidos por las autoridades pertinentes.
Es evidente que el crecimiento urbano ha rodeado esta zona con escuelas, locales comerciales e incluso la Fiscalía General de la República. Considerar la reubicación del punto de abastecimiento podría ser una opción viable, lo que no impediría que los piperos sigan realizando sus actividades y “negocios” en el traslado del agua, pero sí buscando restaurar la seguridad y la tranquilidad de los habitantes que transitan por el lugar. Además, es crucial abordar las condiciones de la calle, plagada de baches e inundaciones, que persisten a pesar de los esfuerzos de reparación.
En medio del esplendor turístico de Cancún, la región 93 emerge como un recordatorio de las complejidades y desafíos que enfrenta la ciudad más allá de su imagen turística. La lucha por la seguridad y el bienestar de sus habitantes continúa, mientras la comunidad espera respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades para poner fin a esta problemática.